Álvaro Sánchez llegó a la final habiéndose clasificado en la previa del Luchódromo, al igual que hizo su muy destacado compañero de filas, el joven David Acevedo, «Filín» el de Felechas, plata entre los campeones de ligeros, como Álvaro lo ha sido entre los de pesados.
El luchador de Boñar es uno de los más señalados en el enriquecimiento de la leonesa desde un aporte de otra disciplina, el judo, cuya evolución de lo tradicional a la deportivización tantas veces ha sido contemplada.
«Ha sido una buena iniciativa. Está bien que probemos vías para cambiar lo que no funciona. En otros deportes se hace así y no tiene por qué perderse lo esencial», decía Álvaro.
Sobre innovaciones como la penalización de las pasividades opinaba el luchador que puede adoptarse, estudiando convenientemente la mejor manera («tal vez sumando para el que no es pasivo, en lugar de restarle a éste»), y, sobre cuestión que especialmente le afecta, el peso, señala que «claro que es más cómodo luchar de tú a tú por peso equilibrado; si se arregla, bien, pero tengo que ser consecuente con lo que hay, y luchar».