Fiestas en Felechas
Felechas, como otros muchos pueblos tiene patrón y patrona, que son, respectivamente, San Martín y Santa Lucía. Por eso, antiguamente, celebraba dos fiestas:
· FIESTA DE SAN MARTÍN
La fiesta de San Martín se celebra el 11 de noviembre. Los festejos comenzaban la víspera, cuando los mozos traían un carro de leña y, por la noche, encendían una gran hoguera que mantenían toda la noche. Hacer chocolate, tocar las campanas y beber eran algunas de las cosas que hacían durante toda la noche.
Al día siguiente, San Martín, la comida mejoraba un poco con respecto a otros día (sobre todo porque en muchas casas ya se había realizado la matanza). Tras la misa en honor al patrón, algunos años se realizó una procesión.
Antiguamente, por la tarde, solían traer unos tamborileros y se hacía fiesta entre la escuela y la casa del Sr. Teodulio. En tiempo más recientes, cuando había más juventud, se hacía una fiesta distinta, se compraba una «machorra», las chicas cocinaban algunos platos, se compraban bebidas y dulces y se hacía una comilona. Para después de cenar venía ya una orquesta (aunque humilde) que tocaba hasta las tantas, rematándose con una chocolatada.
Cuando, a partir de los años sesenta la juventud fue marchándose y la población del pueblo disminuyó la fiesta acabó por desaparecer. En los últimos años se ha recuperado, al menos, la costumbre de juntarse los vecinos en una comida para celebrar esta fiesta.
· FIESTA DE SANTA LUCÍA
La fiesta de Santa Lucía, patrona del pueblo, se celebraba el 13 de diciembre y era la más importante del pueblo. A ella acudían los familiares de pueblos limítrofes e incluso, a veces, lejanos. Dadas las fechas, no era extraño que cayera una nevada que obligara a permanecer a los invitados en el pueblo durante varios días. Esto podía convertirse en una verdadera desgracia, puesto que la presencia de estos familiares durante días hacía bajar rápidamente la mantanza que debía alimentar a la familia durante todo el año.
Dicen los mayores que esta fue la razón fundamental por la que el pueblo decidió dejar de celebrar la fiesta de Santa Lucía en diciembre y trasladarla a septiembre, cuando las faenas del campo ya habían terminado y el tiempo era más benévolo.
Por tanto, durante años, la fiesta de Felechas se celebró el 27 de septiembre. La gente recuerda que en esos años se hacía una buena fiesta, aunque era muy frecuente que lloviera y el tiempo fuera desapacible.
Aunque la víspera ya se celebraba algo de fiesta, sobre todo si habían llegado ya los músicos, la fiesta comenzaba con la misa (que a pesar del cambio de fecha siguió siendo en honor a Santa Lucía) seguida de una procesión por el pueblo. A estos actos acudía mucha gente de pueblos cercanos, pues algunos estaban ofrecidos a la santa. No faltaba incluso personas que acudían descalzas y eran también frecuentes las ofrendas: dinero, velas… de gentes con problemas de vista.
Tras una buena comida, en la que no solía faltar -si se podía- el cordero ni la morcilla, al atardecer se celebraba el baila y por la noche la verbena. A tal fin se contrataba algún grupo mucical. Existía la costumbre de repartir a los músicos por las casas de los mozos, donde dormían y comían con el resto de la familia e invitados.
Allá por los años 70 se volvió a cambiar la fiesta, la juventud propuso hacerlas en verano y se trasladó al 10 de agosto, que era cuando más gentes había en el pueblo Pero el sentido de la fiesta fue cambiando totalmente, dando entrada a grupos de música moderna, con muchos más medios, discoteca móvil, etc. El baile de la tarde desapareció y la fiesta se resume cada vez más a una larga noche.
Quizás la única costumbre que se mantiene es la «diana» del segundo día de fiesta. En la que la juventud, acompañados por algún músico (normalmente un dulzainero y un tamborilero, aunque últimamente se ha puesto de moda llevar una tuna) recorren una por una las casas del pueblo bebiendo y comiendo cuanto les ofrezcan, además de aprovechas para pedir la correspondiente aportación económica para pagar los gastos de la fiesta. En el transcurso de la diana existe la costumbre de tirar al caño a los forasteros, aunque finalmente es normal que todos los participantes, sin distinción de origen, sexo o edad, acaben empapados.