Hacenderas

Con «hacendera», «facendera» o «cendera» (este último término es el que se emplea preferentemente en Felechas) se conoce a una antigua prestación, cuyo origen se remonta a la edad media, con la que los habitantes de un lugar contribuían a ciertas obras de utilidad pública, como la reparación de caminos, presas, regueros, puentes, fuentes, molinos, etc. etc.

Este tipo de trabajos comunales se han mantenido a través de los siglos hasta el momento actual, de forma que los vecinos del pueblo participan en trabajos colectivos con una organización determinada y bajo unas condiciones  que varían de unos lugares a otros.

En Felechas se recurría a la «cendera» para los más variados trabajos. Las actividades eran dirigidas por una junta compuesta por presidente, secretario y tesorero, que encargaban a un vecino (por corrida) de que avisara al resto de que al día siguiente, al toque de campana, debían acudir al lugar indicado. Muchas veces, con el aviso, se informaba del tipo de herramienta que debían aportar: pico, pala, el carro, la pareja de vacas… Esto producía con frecuencia protestas de los vecinos, sobre todo en el caso de los que tenían que llevar las vacas, que procuraban poner disculpas («la tengo mala»…). Que las protestas tuvieran éxito dependía de la flexibilidad del presidente, que no solía ser mucha.

No siempre se avisaba el día anterior, en ocasiones simplemente se tocaba la campana con un toque especial y la gente se reunía para realizar el trabajo, aunque este sistema hacía que muchos vecinos, por encontrarse fuera, trabajando, con las vacas…, no acudieran

Las cenderas eran casi continuas, pues siempre había algo que arregar o construir. En tiempo de la mies los caminos que llevaban a los pagos; cuando la recogida de la hoja, los caminos del monte; al iniciarse la campaña de riegos, limpiar las presas; en invierno espalar la nieve; en varias ocasiones limpiar las fuentes, etc. etc.

Era también normal que al término del trabajo se repartiera vino y escabeche.

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